miércoles, agosto 18, 2004
Discurso a la generación 2004
Estas palabras, para conferir parte de las intenciones que llevan, adoptan el formato de un disco de larga duración, un LP. En caso de que algunos de ustedes los hayan olvidado, les traje uno como ejemplo.
Lado A.
Álvar Núñez Cabeza de Vaca, nos proporciona en sus Naufragios una de las crónicas más inusuales de la Conquista.
“A los 17 días del mes de junio de 1527”, comienza el relato de sus aventuras.
Tenochtitlán había caído hacía seis años. España comenzaba un proceso de colonización donde los beneficios para el reino que se volvía imperio, eran evidentes.
Sin embargo, lo que le sucede a Álvar Núñez, contrasta dos realidades que nos pueden parecer irreconciliables: la de los conquistadores españoles, enfrentándose a un territorio cuyo referente más cercano son las películas del lejano Oeste.
Después de levar anclas desde el Caribe, donde sufren tempestades y mal tiempo, desembarcan en la Florida y comienzan las aflicciones. No encuentran alimento, a veces tampoco agua, pierden las naves y los indios comienzan a diezmarlos con sus flechas, hasta casi exterminarlos o reducirlos a la servidumbre.
Iban por el oro y la gloria; encontraron la esclavitud, la enfermedad, la locura y la muerte.
Casi todos.
Álvar Núñez logra sobrevivir. Y la crónica que lo testifica nos entrega una rara mezcla de realidad y ficción, la historia que le sirvió para crearse un destino y así poder seguir adelante: para sobrevivir entonces, y lograr hacerlo hasta nuestros días.
Ustedes han levado ya anclas de este puerto. Les deseo mejores vientos, pero ojo que el mar está intranquilo.
Sin importar a donde se dirijan, no está de más tomar la lección que nos deja Cabeza de Vaca: hay veces, en que sólo a través de nuestros naufragios habremos de mantenernos a flote.
Lado B
Y por este lado , entiéndase todo aquello que generalmente entra en esta clasificación, incluyendo las películas del Santo.
Hace algunos años, la articulista del Chicago Tribune, Mary Schmich, publicó en su columna semanal un falso discurso de graduación. Alguien lo capturó, lo envió por internet, y en el proceso, como suele suceder, de repente su autoría se atribuía al escritor Kurt Vonnegut. Para cuando se aclaró el asunto, algún correo transcontinental había llevado el artículo hasta Australia, donde Baz Luhrman, director de Moulin Rouge, lo musicalizó y salió como canción, en formato de disco.
Como su recorrido toca varias de las áreas que han visto en la carrera y seguirán acompañándoles, lo siguiente parte de una adaptación libre de esas palabras.
Compañeros de la generación del 2004:
Usen protector solar.
Si pudiera ofrecerles un solo consejo para el futuro, sería ése.
Los beneficios de los protectores solares han sido comprobados por científicos de todo el mundo, mientras que el resto de lo que a continuación les diré, no tiene base más firme que mi escasa experiencia y lo que uno toma de aquí o allá.
No se preocupen acerca del futuro,
O preocúpense, pero sabiendo que el preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación de álgebra mediante el mascado nervioso de un chicle. Los verdaderos problemas que enfrentarán, es más probable que sean asuntos que jamás les cruzaron por la mente, de esos que atacan a traición un martes cualquiera a las 4 de la tarde.
La soberbia es un pecado que se paga en el más íntimo círculo del infierno, el ombligo propio. Recuerden los cumplidos que reciben y olviden los agravios; si lo logran, explíquenme cómo se hace.
Guarden las viejas cartas de amor y los recaditos pasados en clase, desháganse de cualquier estado bancario que les ocupe espacio.
A los requerimientos de Hacienda, mejor buscarles un lugar intermedio.
No se sientan culpables o inseguros si después de cinco años de estudio, todavía no saben bien qué quieren hacer con su vida. Cervantes comenzó a escribir a los 50, y no lo hizo mal.
(y por cierto, aquello de “Ladran, Sancho, porque cabalgamos” nunca lo escribió.)
Ingieran hierro. Pero apártense lo más que puedan de todas las manifestaciones siniestras que el metal puede adquirir en esta ciudad, en especial el plomo. Para el que hay en la atmósfera, los protectores solares ayudan.
Cualquier cosa que hagan, no se confíen demasiado, ni se regañen de más. Cada una de sus decisiones tiene un factor de azar del 50%, como las de cualquiera.
Lean las instrucciones, aunque no siempre las sigan.
Llévense bien con sus familiares, todos tenemos fecha de caducidad y no siempre aparece claramente estipulada. Ellos son el mejor vínculo que tienen con su pasado, y la gente que más probabilidad tienen de seguir viendo en el futuro.
No esperen sentados una beca de la vida. Puede que consigan un trabajo ideal, o un cónyuge rico; pero en ambos casos no hay garantía de que el día menos pensado cualquiera de los dos diga adiós.
Sean muy cuidadosos con qué consejos atienden, pero pacientes con quiénes se los dan. Todo consejo es una forma de nostalgia; darlo siempre involucra rescatar el pasado de la papelera, sacudirlo un poco, maquillarle las partes dañadas y reciclarlo por más de lo que vale.
Pero en eso del protector solar, créanme.
Y sobre todo, no olviden una de las máximas más antiguas que existen en esta área: El show debe continuar.
Y ésta es la hora donde les toca a ustedes tomar el escenario por asalto. Alterando otra tradición teatral centenaria, en esta ocasión no les digo mierda, sino suerte. Y muchas gracias.
Lado A.
Álvar Núñez Cabeza de Vaca, nos proporciona en sus Naufragios una de las crónicas más inusuales de la Conquista.
“A los 17 días del mes de junio de 1527”, comienza el relato de sus aventuras.
Tenochtitlán había caído hacía seis años. España comenzaba un proceso de colonización donde los beneficios para el reino que se volvía imperio, eran evidentes.
Sin embargo, lo que le sucede a Álvar Núñez, contrasta dos realidades que nos pueden parecer irreconciliables: la de los conquistadores españoles, enfrentándose a un territorio cuyo referente más cercano son las películas del lejano Oeste.
Después de levar anclas desde el Caribe, donde sufren tempestades y mal tiempo, desembarcan en la Florida y comienzan las aflicciones. No encuentran alimento, a veces tampoco agua, pierden las naves y los indios comienzan a diezmarlos con sus flechas, hasta casi exterminarlos o reducirlos a la servidumbre.
Iban por el oro y la gloria; encontraron la esclavitud, la enfermedad, la locura y la muerte.
Casi todos.
Álvar Núñez logra sobrevivir. Y la crónica que lo testifica nos entrega una rara mezcla de realidad y ficción, la historia que le sirvió para crearse un destino y así poder seguir adelante: para sobrevivir entonces, y lograr hacerlo hasta nuestros días.
Ustedes han levado ya anclas de este puerto. Les deseo mejores vientos, pero ojo que el mar está intranquilo.
Sin importar a donde se dirijan, no está de más tomar la lección que nos deja Cabeza de Vaca: hay veces, en que sólo a través de nuestros naufragios habremos de mantenernos a flote.
Lado B
Y por este lado , entiéndase todo aquello que generalmente entra en esta clasificación, incluyendo las películas del Santo.
Hace algunos años, la articulista del Chicago Tribune, Mary Schmich, publicó en su columna semanal un falso discurso de graduación. Alguien lo capturó, lo envió por internet, y en el proceso, como suele suceder, de repente su autoría se atribuía al escritor Kurt Vonnegut. Para cuando se aclaró el asunto, algún correo transcontinental había llevado el artículo hasta Australia, donde Baz Luhrman, director de Moulin Rouge, lo musicalizó y salió como canción, en formato de disco.
Como su recorrido toca varias de las áreas que han visto en la carrera y seguirán acompañándoles, lo siguiente parte de una adaptación libre de esas palabras.
Compañeros de la generación del 2004:
Usen protector solar.
Si pudiera ofrecerles un solo consejo para el futuro, sería ése.
Los beneficios de los protectores solares han sido comprobados por científicos de todo el mundo, mientras que el resto de lo que a continuación les diré, no tiene base más firme que mi escasa experiencia y lo que uno toma de aquí o allá.
No se preocupen acerca del futuro,
O preocúpense, pero sabiendo que el preocuparse es tan efectivo como tratar de resolver una ecuación de álgebra mediante el mascado nervioso de un chicle. Los verdaderos problemas que enfrentarán, es más probable que sean asuntos que jamás les cruzaron por la mente, de esos que atacan a traición un martes cualquiera a las 4 de la tarde.
La soberbia es un pecado que se paga en el más íntimo círculo del infierno, el ombligo propio. Recuerden los cumplidos que reciben y olviden los agravios; si lo logran, explíquenme cómo se hace.
Guarden las viejas cartas de amor y los recaditos pasados en clase, desháganse de cualquier estado bancario que les ocupe espacio.
A los requerimientos de Hacienda, mejor buscarles un lugar intermedio.
No se sientan culpables o inseguros si después de cinco años de estudio, todavía no saben bien qué quieren hacer con su vida. Cervantes comenzó a escribir a los 50, y no lo hizo mal.
(y por cierto, aquello de “Ladran, Sancho, porque cabalgamos” nunca lo escribió.)
Ingieran hierro. Pero apártense lo más que puedan de todas las manifestaciones siniestras que el metal puede adquirir en esta ciudad, en especial el plomo. Para el que hay en la atmósfera, los protectores solares ayudan.
Cualquier cosa que hagan, no se confíen demasiado, ni se regañen de más. Cada una de sus decisiones tiene un factor de azar del 50%, como las de cualquiera.
Lean las instrucciones, aunque no siempre las sigan.
Llévense bien con sus familiares, todos tenemos fecha de caducidad y no siempre aparece claramente estipulada. Ellos son el mejor vínculo que tienen con su pasado, y la gente que más probabilidad tienen de seguir viendo en el futuro.
No esperen sentados una beca de la vida. Puede que consigan un trabajo ideal, o un cónyuge rico; pero en ambos casos no hay garantía de que el día menos pensado cualquiera de los dos diga adiós.
Sean muy cuidadosos con qué consejos atienden, pero pacientes con quiénes se los dan. Todo consejo es una forma de nostalgia; darlo siempre involucra rescatar el pasado de la papelera, sacudirlo un poco, maquillarle las partes dañadas y reciclarlo por más de lo que vale.
Pero en eso del protector solar, créanme.
Y sobre todo, no olviden una de las máximas más antiguas que existen en esta área: El show debe continuar.
Y ésta es la hora donde les toca a ustedes tomar el escenario por asalto. Alterando otra tradición teatral centenaria, en esta ocasión no les digo mierda, sino suerte. Y muchas gracias.